martes, 24 de octubre de 2017

La soledad de no pertenecer...

Nunca me he sentido sola,
La soledad no es el problema,
La gente no va a curar este maldito dolor
Dolor que no nace con la ausencia de otros,
Otros que no van a aliviar el terror del sinsentido,
No busco compañía,
No busco la compasión,
El amor autoritario y represivo del que te ama,

Del que quiere de ti lo que no tienes.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

El invierno y sus tormentas

Las estaciones son ciclos de la naturaleza, algo comienza cuando se termina un ciclo, algo termina cuando comienza otro. Para mí, al ser parte de la naturaleza, las cosas se mueven en esa lógica también, un espiral infinito de comienzos y finales, de idas y venidas.
El invierno es reflexivo, hacia dentro, está marcado por la ausencia del sol, por la humedad de sus lluvias y el remesón de sus tormentas. Cuando llega el invierno, debes ser paciente, tener valor para enfrentarte a tus miedos, a los fantasmas, los fracasos funcionales y la ausencia de otros. El sí mismo puede llegar a ser un enemigo mortal y las preguntas de autoaplicación verdaderas agujas que te clavan en la consciencia.
Mi pecho se aprieta con la angustiosa llegada del invierno, con sus nubes aglomeradas y estrechadas sobre la penumbra de un cielo grisáceo, tormentoso, nostálgico, vertiginoso.
¿Quién soy?, ¿estaré completamente solx?, ¿cuán responsable soy de las situaciones problemáticas, dolorosas?, ¿cuánto aporto yo mismx en la construcción de la imagen que otros se hacen de mí? Son las preguntas que surgen a partir del invierno.

Lo maravilloso de este ciclo es que, una vez que acabado, viene por fin la primavera. 

viernes, 21 de julio de 2017

El otoño y la relatividad del tiempo ¿Kairós, Chronos o Aion?

Nuestra primera consciencia, es decir, la intuición racional que aparece día a día y analiza instintivamente los hechos cotidianos, las cosas que ocurren en los distintos trayectos, en los distintos mundos de vida, en el trabajo, camino a casa, en alguna conversación que hacemos en algún bar… esa razón ya nos dijo, desde muy jóvenes, que el tiempo es relativo. Gran parte de las culturas precolombinas lo sabían, los griegos separaron y distinguieron cada tiempo de manera racional, finalmente, el judío-alemán Albert Einstein lo confirmó con su teoría de la relatividad del tiempo, otorgándole a la realidad esa base caótica que a tantos aterra, explicando, científicamente, una verdad que, como he tratado de explicar, se da en nuestra consciencia de manera natural, es más, se necesita sólo existir para saberlo.
Ahora bien, lo que me deja realmente perpleja es la pregunta que surge a partir de una historia que ocupa cronológicamente una extensión muy por debajo de los grandes relatos, pero que, sin embargo, dejan la sensación corporal de haberse situado en un gran ciclo de nuestras vidas, inclusive, dejando enseñanzas y preguntas de auto-aplicación.
Cuando Nietzsche dice: ¡vive a tiempo!, ¿qué quiere decirnos?, ¿hazlo a tiempo?, o, ¿hazlo en el momento oportuno?
Si volvemos al inicio y consideramos, entonces, que la relatividad del tiempo es reconocible a través de nuestra intuición es necesario por ello saber cuál es la medida justa, entendiendo que tu cuerpo (lugar pleno de intuición) debe ser la principal razón para interpretar los tiempo y, de ese modo, no colapsar con la cronología y los tiempos del capitalismo global o los amores de Walt Disney.


lunes, 26 de junio de 2017

Situación fatal II

La página en la que debí desembocar mi dolor, como pulsiones y espasmos, similar a los de una borrachera de yugoslavos en las torpederas, está -por el contrario- completamente vacía, tanto así que llega a perturbarme lo quejumbroso de este silencio lírico… ¿Será que no hay nada que decir?, sucumbe ante mi razón simbólica la primera pregunta amarga tras el dolor punzante y vacío que suelen dejar los amores incompletos.