miércoles, 20 de noviembre de 2019

reflexions a proposito de la revuelta

Las horas pasan en mi cuerpo impávido. No he podido conciliar bien el sueño hace un tiempo (o desde siempre), trastorno que se agudizó con la revuelta social. Las cosas en chile están ardientes, peligrosas, pero con una revitalizante esperanza de poder reconstruir.
Lo bueno de ser un experimento es que nadie puede deliberar respecto de la conclusión de esta historia, aún falta tanto de vivencias y existires, que hacen de toda situación de caos una evocación de participación.
La gente está asustada, no del lumpen sino de la represión, eso es algo definitivamente encantador, no hay para donde apuntar, no hay responsables organizadxs ni alguna organización tradicional a quien acusar, y eso revuelve el modus operandis de la derecha de este país que, además de miope, es absolutamente pajera en su quehacer.
Ya lo sabíamos todxs quienes transitamos en la otra vereda, a quienes la precariedad de la vida nos atormenta en el cotidiano, hijxs y herederxs de una historia violenta que ha sabido reinventar su profundo odio hacia lo otrx, hacia la vida misma, hacia la reproducción de un ecosistema, no al servicio de un sistema, sino como parte de lo que somos.
Hace poco leí algo conmovedor; “el ultraneoliberalismo nace en chile y muere en chile”.

jueves, 7 de noviembre de 2019

Tormenta

Estoy en la soledad mendiga del desencuentro, ya ni escribo ni leo, solo sigo el ciclo infernal de los días muertos. Sabia que las cosas no estaban bien, sin embargo, ahí seguí, fiel a mis demonios, a mis ganas de hacer lo que se me planta en culo. Y aquí estoy, padeciendo el dolor maldito de los efectos de las causas.
Tengo la convicción de no morir en el intento, de sobrevivir a tanto tormento. La justicia es una farsa y la melancolía una condición, bella y miserable como todo lo que te condiciona. 
He bebido unos cuantos vasos de pisco y me siento absurda, irreal… ¿acaso la vida no lo es?, me pregunto, me pregunto…